lunes, 2 de agosto de 2010

POR CUAL CAMINO TRANSITAS?

Iluminación a través del sufrimiento


En el primer camino de nuestro viaje, aprendemos a través de un proceso que yo llamo «iluminación a través del sufrimiento». En ese momento de la vida, que no tiene nada que ver con la edad cronológica, te preguntas: «¿Por qué a mí?», cuando ocurre algo doloroso o difícil. SI, por ejemplo, se trata de la ruptura no deseada de una relación, pasarás esos momentos sufriendo y preguntándote cómo y por qué puede haberte acontecido semejante desastre. Pasado un tiempo, cuando te recuperes, serás capaz de mirar atrás y decir: «Ahora sé por qué tuve que pasar por esa ruptura», y verás, con la ayuda de la visión retrospectiva y el sufrimiento, que ese hecho te ha permitido avanzar y pasar a otra experiencia vital importantísima. Desde la perspectiva que da el mirar atrás, te darás cuenta de que debías experimentar ese dolor a fin de trascenderlo.

Este es el patrón de crecimiento que experimentan muchas personas: ocurren acontecimientos, el sufrimiento hace su aparición y a continuación surge la luz. Estos acontecimientos pueden ocurrir en prácticamente todas las áreas de la vida: adicciones, quiebras, enfermedades, vacío espiritual, despidos del trabajo, problemas fiscales y cualquier cosa entre una y la otra. La experiencia consiste en aprender a través de la visión retrospectiva, repitiendo una y otra vez este patrón de sufrimiento. Hay personas que prosiguen este ciclo a lo largo de toda su vida. Nunca abandonan el primer camino y nunca experimentan el estadio superior de la iluminación. Se pasan literalmente la vida sufriendo y, después de caminar mucho, pueden ver o no que cierto acontecimiento era necesario y que constituía en su momento una prueba que se les planteaba. Parece que nunca reciban el mensaje que nos dice que la vida nos hace exámenes y que, a menos que aprendamos de nuestros errores, estamos condenados a repetirlos. Por ejemplo, se pasan la vida preguntándose: «¿Por qué a mí, Dios mío?; ¿por qué me ocurre esto a mí?». Para las personas de esta categoría, la realidad mágica es inalcanzable.

Iluminación a través de los resultados

Si reconoces en el primer camino un patrón existente en tu propia vida, probablemente es que has pasado del sufrimiento como medio de aprender a la «iluminación a través de los resultados». En este nivel, aprendes a dejar de preguntarte: «¿Por qué a mí, Dios mío?» y desarrollas en ti un conocimiento que dice: «No hay accidentes, todo lo que experimento es de algún modo necesario para que pueda avanzar y pasar a la siguiente etapa». En lugar de hacerte la pregunta: “¿Por qué a mí?”, empiezas a preguntarte: «¿Qué hay en esta experiencia que yo pueda utilizar para mi beneficio, aun cuando no comprenda en estos momentos por qué ocurre?».

Es este un cambio de enorme importancia. Cuando la mente es a concentrada en o que se puede aprender de una experiencia, no se regodea en pensamientos que puedan conducir al sufrimiento, pensamientos como: «¿Por qué a mí?», «¡Qué espantoso!» o «¡Qué mala suerte tengo!». El cambio producido en la mente permite contemplar el resultado del acontecimiento o de la experiencia y lo que se puede aprender de él. En lugar de compadecerte, adoptas una actitud más positiva. Te preguntas: «¿Cómo puedo crear el resultado que deseo a través de esta enfermedad que estoy sufriendo en estos momentos?», o bien: «¿Qué puedo aprender acerca de mí mismo y cuánta fuerza puedo reunir para hacer frente de manera eficaz a este problema?.

Muchas personas se pasan la vida entera recorriendo este segundo camino. Han superado el sufrimiento como estilo de vida. Se preguntan siempre: «¿Cuál será el resultado en relación conmigo?». Son éstas las personas con objetivos, concentradas en derechos y ambiciones concretos con vistas a los cuales trabajan de manera asidua; ven oportunidades en los obstáculos. Vivir para los resultados es muy superior a vivir el sufrimiento. Da sentido a la vida y nos mantiene motivados para fijarnos metas cada vez más elevadas. Elimina prácticamente el dolor que nace de la autocompasión. Para muchas personas que viven su vida para los resultados, no existe lugar superior. Están centradas en los resultados y, cuando los logran, buscan resultados nuevos y más grandes. Sin embargo, a sus vidas les falta la posibilidad de experimentar la realidad mágica y la

capacidad para hacer que se produzcan milagros. Para ello hay que pasar al tercer camino de este viaje metafórico.

Iluminación a través del propósito

«Nada puede ayudar más a una persona a superar o soportar los pesares que la conciencia de tener una tarea en la vida”. Víctor Frankl escribió estas palabras mientras soportaba la locura y la brutalidad del campo de concentración nazi de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Aprender que tienes una misión heroica y ponerte a la altura de esa misión es el tercer paso que te recomiendo cuando empieces a introducir realidad mágica en tu vida.

Llamo a este camino «iluminación a través del propósito». Todo en el universo tiene un propósito. De hecho, la inteligencia invisible que fluye a través de todo con un fin determinado fluye también a través de ti. A fin de experimentar la realidad mágica es necesario efectuar un cambio espectacular y pasar de los resultados a los propósitos. Se empieza a lograr esto viendo nuestra presencia aquí desde una nueva perspectiva. Prueba brevemente este nuevo modo de pensar acerca de ti mismo y ve si tiene sentido y si te parece adecuado. Si te parece absurdo y no crees que vaya a ser adecuado para ti, vuelve a los resultados o al aprendizaje a través del sufrimiento.
Autor desconocido